El miedo a cometer errores es común entre los deportistas, tanto profesionales como amateurs. Esa sensación de ansiedad deportiva que aparece antes de una competencia, o incluso en los entrenamientos, muchas veces no se trata solo de la presión externa, sino de algo mucho más profundo, algo que hemos aprendido a lo largo del tiempo.
Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué tienes tanto miedo a equivocarte? ¿Por qué ese error, que en su esencia es solo una oportunidad para aprender, puede parecer tan amenazante? La respuesta está en nuestra historia de aprendizaje, en cómo hemos aprendido a asociar el error con consecuencias negativas.
¿Qué ocurre cuando fallamos y las consecuencias no son agradables?
Piensa en un momento en tu vida deportiva donde hayas cometido un error importante. Quizás fallaste un tiro decisivo, te equivocaste en una jugada clave o no alcanzaste tu mejor marca. ¿Qué pasó después? Tal vez recibiste una crítica dura de tu entrenador, la desaprobación de tus compañeros o incluso tu mismo te castigaste con tu diálogo interno, repitiendo en tu cabeza una y otra vez lo que podrías haber hecho mejor.
Este tipo de situaciones no solo pasan desapercibidas; son aprendidas. Aprendemos que cuando cometemos un error, las consecuencias pueden ser desagradables. Cada vez que cometemos una falta y recibimos un castigo o una crítica, nuestro cerebro refuerza la idea de que fallar es peligroso. Poco a poco, el error deja de ser solo un resultado inevitable y se convierte en algo que debemos evitar a toda costa.
¿Cuántas veces has evitado tomar un riesgo en el deporte por miedo a fallar? ¿Jugamos a nuestro deporte o a evitar el error? ¿Qué podrías haber logrado si hubieras enfrentado ese miedo? ¿Cuánto de ese miedo viene de experiencias pasadas donde fallar tuvo consecuencias negativas?
¿Estamos escapando del error?
La ansiedad por cometer errores no solo se queda en el momento del fallo; muchas veces nos lleva a tomar decisiones para evitar esos errores. Pongamos como ejemplo, un jugador de baloncesto que recibe críticas cada vez que falla un tiro. La próxima vez que esté en una situación similar, probablemente dude. Puede que, en lugar de intentar un tiro, elija pasar la pelota, no porque sea la mejor opción, sino porque de esa forma evita la posibilidad de fallar.
Esta evitación da alivio a corto plazo, pero a largo plazo tiene un precio alto: refuerza el miedo al error. Al no enfrentarse al fallo, el deportista nunca aprende a manejar la ansiedad que lo acompaña. Este es un círculo vicioso que limita el rendimiento deportivo.
¿Cuántas veces has elegido el camino seguro en lugar del desafiante, no porque sea lo mejor para tu rendimiento, sino porque temías equivocarte? Si siempre elegimos lo que nos resulta más cómodo, ¿qué oportunidades estamos dejando pasar?
¿Por qué algunas situaciones generan tanta ansiedad?
No todos los errores provocan la misma reacción. ¿Te ha pasado alguna vez que, en situaciones específicas, sientes que la ansiedad es más fuerte de lo normal? Tal vez un partido decisivo o un momento clave en una competencia activa esa sensación en el estómago que te paraliza.
Un ejemplo, un tenista que ha fallado en varios tie-breaks importantes. Aunque en un partido no haya llegado a ese punto crítico, con solo pensar en la posibilidad de otro tie-break, su ansiedad se dispara. En este caso, ha aprendido a asociar ese tipo de momentos con el fracaso (aquí también aparece el sesgo de disponibilidad, hablé de este sesgo en mi post anterior: https://www.psicologiamarcsb.com/es/post/la-cabeza-nos-miente) .
¿Qué situaciones, en tu deporte, generan más ansiedad en ti? ¿Es un partido contra un equipo en particular? ¿Una jugada específica? ¿Quizás una competencia que te recuerda una experiencia anterior negativa? Esas emociones intensas que sientes no son simplemente nervios; son el resultado de asociaciones que tu cerebro ha construido a lo largo del tiempo.
Cómo romper el ciclo del miedo al error
Si el miedo y la ansiedad son respuestas aprendidas, esto significa que también podemos desaprender esas reacciones. La buena noticia es que existen formas de entrenar nuestra mente para manejar el miedo al error de manera más saludable.
1. Exponerse al error gradualmente.
2. Cambiar el enfoque al esfuerzo, no al resultado.
3. Desafiar tu diálogo interno.
4. Aceptar la incertidumbre (en su día escribí en el blog sobre la incertidumbre, puedes leerlo en este enlace https://www.psicologiamarcsb.com/es/post/incertidumbre-adaptarse-o) .
La ansiedad y el miedo al error son reacciones naturales, pero también aprendidas. No tenemos por qué vivir presos de esos sentimientos. A medida que los deportistas reconocen que el miedo al error es una respuesta condicionada, pueden empezar a cambiar su relación con él. No se trata de eliminar por completo el miedo, sino de aprender a enfrentarlo y crecer a partir de él.
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